Felipe de Edimburgo, una memoria prodigiosa

La curistoria de hoy es muy reciente, ya que su protagonista es el príncipe Felipe de Edimburgo y si bien no tengo la fecha en la que ocurrió, sospecho que hablamos de hace apenas un puñado de años.

Ayer, leyendo el libro del Dr. Graham Tattersall titulado “Cómo los números pueden cambiar tu vida”, un libro de divulgación matemática aunque el título no sea del todo claro, me encontré lo siguiente. Decía Tattersall que un amigo suyo tuvo un día el encargo de servir de guía al príncipe Felipe y a su esposa, la reina de Inglaterra, en una visita a su empresa. Debía, además de contarle algunas cosas, presentarle de manera somera a unas cien personas: empleados, autoridades…

La reina se retrasó y como el príncipe ya se encontraba allí, hicieron las presentaciones antes de que ella llegara. Cuando finalmente se incorporó Isabel II a la visita, el príncipe Felipe se ofreció a ser el anfitrión, en cierto sentido, y hacer él mismo la presentaciones. Al parecer, fue capaz de recordar todos los nombres salvo uno, de aquellas personas que acaba de conocer. Sorprendente, ya que estamos hablando de decenas de personas.

El amigo de escritor del libro, le comentó al príncipe más tarde su sorpresa por su prodigiosa memoria, y este le contestó: “Me he fijado en las corbatas”. Es decir, Felipe de Edimburgo no recordaba las caras, sino que había asociado los nombres con las corbatas que llevaba cada uno. No soy capaz de calibrar la efectividad de esta regla mnemotécnica, pero en cualquier caso me parece una memoria prodigiosa, la del príncipe.

5 comentarios en “Felipe de Edimburgo, una memoria prodigiosa”

  1. pues mi mente busca conocimientos de todo tipo y se dispersa demasiado y no soy capaz de reconocer a gente en la que no me fijo, pero en una ocasión tuve que transcribir una reunión con unas cincuenta personas halando todas (a la vez, en alguna ocasión) y que no conocía. Asocié corbatas-gafas y posición en la mesa de reuníones, en las mujeres pelo-gafas y vestuario. Funcionó

  2. Eso de que estos personajes tienen "tiempo para banalidades" sí que es una banalidad y una gilipollez de primera fila. Además denota ese resentimiento miserable que muchos albergan contra lo que siempre estará por encima de sus posibilidades. Así nos va…

  3. No creo que sea nada de memoria prodigiosa, porque bebe como una mala bestia y tiene el cerebro destrozado. El supuesto milagro se debe a que a los políticos de hoy día, para facilitarles las visitas, les colocan un aparatito o microchip, bajo el pelo y almacena toda la memoria de lo que les dicen y de lo que tienen que hablar. Así se explica que la momia de Fidel Castro sea capáz de pronunciar discursos de nueve horas de duración en los que aporta fechas y datos que hacen que la gente que le escucha no de crédito a su portentosa memoria.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.