El Alzamiento de Varsovia, bajo tierra

Los sesenta y tres días que van del 1 de agosto de 1944 y el 2 de octubre de 1944, ambos incluidos, fueron testigos del conocido como Alzamiento de Varsovia, en la Segunda Guerra Mundial. Si bien posiblemente el levantamiento más famoso de esta época y lugar es el de los judíos del gueto de Varsovia en 1943, el que nos ocupa también dejó muestras de lo que puede hacer un hombre llevado al extremo de la desesperación.

Lógicamente, los soldados polacos de Varsovia, junto con algunas decenas de civiles, se rebelaron contra el ejército nazi que los asediaba, pero también trataban de cambiar la situación antes de que pasaran de las manos alemanas a las manos soviéticas, lo que también significaría perder gran parte de su independencia como pueblo. Por ello, y a pesar de no contar con apoyo aliado y de estar pobremente armados (108 ametralladoras, 844 subfusiles y 1386 fusiles), comenzaron el levantamiento.

Asediados, cuando los alemanes cortaron el suministro de agua, los polacos cavaron pozos y el primer día de septiembre de aquel 1944 mil quinientos hombres, desesperados, tuvieron que retirarse de su posición a través de una alcantarilla en la plaza Krasinski. A doscientos veinte metros de allí estaba el enemigo, lo que convertía la acción en casi una locura. El general polaco Tadeusz Komorowski, también conocido como Bór-Komorowski, que formaba parte del levantamiento describió aquella evacuación por las alcantarillas:

“Cada persona se agarraba a la que tenía delante. La serpiente humana medía alrededor de dos kilómetros y medio. Se movía despacio, sin tiempo para descansar, porque había que dejar sitio a los que todavía aguardaban en la boca de la alcantarilla. La fila avanzaba con muchas dificultades, porque el agua había desaparecido casi por completo y el barro había sido reemplazado por un limo denso, que se aferraba a los pies hasta los tobillos.[…]El último soldado de la fila entró en la alcantarilla justo antes del amanecer.”

Al día siguiente, cuando los alemanes avanzaron pensando que el silencio entre las posiciones polacas no era más que un truco, descubrieron con asombro que habían desaparecido. Aquello no fue más que un respiro, las Waffen-SS acabaron por arrasar la ciudad entera, destruyeron más de un ochenta por ciento de la misma, y el ejército polaco fue derrotado finalmente el 2 de octubre. En realidad habían aguantado mucho más de lo que se esperaba y de lo que le permitía a priori su armamento y munición.

Como decía, la desesperación lleva al hombre a puntos insospechados. Aquella enorme serpiente humana que recorrió las alcantarillas de Varsovia podría haber sido un tragedia con una simple granada de gas o con un ataque de pánico que habría provocado el aplastamiento de centenares. Pero, al fin y al cabo, “no les quedaba ya nada que perder”.

Por cierto, esta historia me recuerda a otro hecho de la Segunda Guerra Mundial en la que los estadounidenses combatieron sin enemigo.

Fuente: La tormenta de la guerra, de Andrew Roberts

8 comentarios en “El Alzamiento de Varsovia, bajo tierra”

  1. Y mientras, el ejército soviético se quedó quieto a pocos kilómetros, viendo cómo los alemanes machacaban a los polacos y sin la menor intención de intervenir. No es de extrañar que los polacos "adoren" a los rusos (aparte algún que otro "desencuentro").

    Saludos.

  2. Efectivamente, Iñaki. No les convenía compartir la gloria de la liberación con un movimiento que luego les pudiese disputar el poder. Desde el punto de vista del cálculo político, una jugada muy hábil; desde el punto de vista ético, impresentable.

    Y sí, además de ésta, también tenemos detalles como las fosas de Katyn, el "accidente" de Sikorski, la tercera parte del territorio polaco que se anexionarosn los soviéticos "porque ellos lo valen" y alguna más.

    Saludos.

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