La imagen de cabecera corresponde al panel titulado «La fruta prohibida», pintado por Miguel Ángel Buonarroti en la Capilla Sixtina. Como pueden comprobar, en la parte izquierda del mismo, se representa la tentación de Adán y Eva con la fruta prohibida. Y en la parte derecha, la expulsión del paraíso de ambos por haber sucumbido.
Pero quedémonos en la parte izquierda. Se habrán dado cuenta los que tengan la menta más suspicaz, y quizás más sucia, que la cabeza de Eva está a la altura de la entrepierna de Adán, aunque mirando, afortunadamente, en otra dirección. En cualquier caso, cuando Eva gire la cabeza se encontrará con el miembro de Adán, que está desnudo, justo delante de su cara.
Este detalle es un poco delicado, como otras decenas de casos con los que Miguel Ángel salpicó su obra sixtina. La Iglesia se percató de este tema y prohibió la reproducción de este panel durante siglos, casi hasta la llegada del siglo XX. Ahora bien, ¿la interpretación «delicada» estuvo en el artista o está en el ojo del que mira?
7 comentarios en “El prohibido panel de la fruta prohibida”
Anónimo
Me encantaría conocer todos los secretos que Miguel Ángel escondió tras pinturas aparentemente inocentes porque he escuchado toda la vida leyendas sobre ello! No sé nada de su vida pero me pregunto si no sería protestante o algo así, un saludo 🙂
Vayusté a saber. En el ojo del que mira está, desde luego…pero seguro que a Miguel Ángel tampoco se le pasaban esas cosas así como así. ¿Quién sabe? ahora me lo imagino dándose cuenta tarde del gambazo y pensando "psss…pa lo que me pagan…". Por cierto, palabra de verificación "veritail" que en un inglés macarrónico podríamos traducir como "mucha cola".
Tengo entendido que Miguel angel termino con la columna practicamente deforme por pintar el cielo de la capilla Sixtina, in contra que el azul (color que esta mas que presente en dicha pintura) era muy escaso y habia que mandarlo a pedir a oriente.Aun asi, cuando terminó, el papa (no recuerdo si fue Julio I, II o Adriano VI) fue a verificar la obra, y le dijo a Miguel Angel que la pintara otra vez porque habian demasiados cuerpos desnudos…
El árbol nunca fue un manzano y el fruto no se menciona. Miguel Angel era un católico a ultranzas, pero creía en el. libre albedrío.
Como dato curioso y, a diferencia de lo que dicta la cultura popular, Miguel Ángel no pintó el cielo de la Capilla Sixtina acostado, sino de pié sobre un andamio que él mismo diseñó, dejando en ridículo a Bramante.
El pedido era pintar a los apóstoles e hizo un par, después notó lo horrible de la arquitectura de la capilla y decidió hacer lo que hizo a pesar de "no ser un pintor".
Lo más curioso de esa escena es que el que acusa (el diablo o lo que sea) es Adán apuntando y el que expulsa es una suerte de ángel y no dios mismo, ni siquiera el Querubín que guarda la entrada al edén con una espada de fuego. (son tres páginas de la Biblia todo esto)
Por cierto no era un solo árbol, eran dos los prohibidos, el del "conocimiento de de la ciencia del bien y el mal" y otro al centro del huerto, el árbol de la vida que se vuelve a mencionar en el Apocalipsis.
No pudo haber estado realizando lo que pareciera puesto que no conocía nada, menos los placeres sexuales.
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Me encantaría conocer todos los secretos que Miguel Ángel escondió tras pinturas aparentemente inocentes porque he escuchado toda la vida leyendas sobre ello!
No sé nada de su vida pero me pregunto si no sería protestante o algo así, un saludo 🙂
Pues creo que Miguel Ángel sirvió la mesa para que se siente quien tenga hambre o como dicen por ahí, "que se ponga el saco quien le quede".
Cierto es que la pintura en sentido estricto no tiene nada de pecaminosa, pero deja todo dispuesto para que la imaginación haga lo que sea necesario.
Una buena broma del genio contra la censura de sus patrones.
A mi lo que me parece mas interesante, tras leer el articulo, es que no se ve a simple vista ningun fruto, eso puede dar pie a mas interpretaciones
Vayusté a saber. En el ojo del que mira está, desde luego…pero seguro que a Miguel Ángel tampoco se le pasaban esas cosas así como así. ¿Quién sabe? ahora me lo imagino dándose cuenta tarde del gambazo y pensando "psss…pa lo que me pagan…".
Por cierto, palabra de verificación "veritail" que en un inglés macarrónico podríamos traducir como "mucha cola".
Vir, hay muchas teorías y muchas explicaciones. Unas más oficiales y otras totalmente fantasiosas.
Hluot, desde luego, una casualidad pase, pero tantas como hay…
Rafagast, y no sólo eso, sino que el árbol no parece un manzano 🙂
HansHelm, darse cuenta tarde y con el andamio desmontado… buf…
Tengo entendido que Miguel angel termino con la columna practicamente deforme por pintar el cielo de la capilla Sixtina, in contra que el azul (color que esta mas que presente en dicha pintura) era muy escaso y habia que mandarlo a pedir a oriente.Aun asi, cuando terminó, el papa (no recuerdo si fue Julio I, II o Adriano VI) fue a verificar la obra, y le dijo a Miguel Angel que la pintara otra vez porque habian demasiados cuerpos desnudos…
ese es un dato freak.
Saludos!.. muy buen blog! me encanta!
El árbol nunca fue un manzano y el fruto no se menciona. Miguel Angel era un católico a ultranzas, pero creía en el. libre albedrío.
Como dato curioso y, a diferencia de lo que dicta la cultura popular, Miguel Ángel no pintó el cielo de la Capilla Sixtina acostado, sino de pié sobre un andamio que él mismo diseñó, dejando en ridículo a Bramante.
El pedido era pintar a los apóstoles e hizo un par, después notó lo horrible de la arquitectura de la capilla y decidió hacer lo que hizo a pesar de "no ser un pintor".
Lo más curioso de esa escena es que el que acusa (el diablo o lo que sea) es Adán apuntando y el que expulsa es una suerte de ángel y no dios mismo, ni siquiera el Querubín que guarda la entrada al edén con una espada de fuego. (son tres páginas de la Biblia todo esto)
Por cierto no era un solo árbol, eran dos los prohibidos, el del "conocimiento de de la ciencia del bien y el mal" y otro al centro del huerto, el árbol de la vida que se vuelve a mencionar en el Apocalipsis.
No pudo haber estado realizando lo que pareciera puesto que no conocía nada, menos los placeres sexuales.