El chico que aterrizó en la plaza Roja de Moscú

Hace unos días me recordaba el escritor Antonio Penadés (“El hombre de Esparta” y coautor de “Cinco miradas sobre la novela histórica”) la historia del piloto que burló la seguridad aérea soviética en 1987, en plena guerra fría, algo que se consideraba casi imposible. Este, al menos supuestamente, sofisticado y altamente vigilado espacio aéreo fue atravesado sin problema por una avioneta Cessna, que había despegado desde Helsinki.

Pero lo más crucial de todo no fue el punto de partida, sino el lugar en el que aterrizó: la plaza Roja de Moscú. Un vuelo de 800 kilómetros a baja altura con una avioneta fue indetectable y convirtió al ejército ruso en el punto de mira, sorprendido, de todo el mundo. Algunas cabezas, muy altas y muy gordas, rodaron en el ejército y gobierno soviético. El burlador no era más que un joven alemán llamado Mathias Rust, que realizó la peripecia con tan sólo 19 años.

Según se publicó en aquel momento en El País: “el mando de la defensa aérea soviética cuenta con unas 550.000 personas en activo, más cerca de un millón de reservistas, e incluye más de 2.500 aviones, además de su arsenal de misiles y una protección especial de Moscú y otras ciudades clave”.

La aventura se saldó para el muchacho alemán con una condena a 4 años de trabajos forzados de los que acabó cumpliendo más de 400 días en prisión y un tiempo de trabajos comunitarios.

8 comentarios en “El chico que aterrizó en la plaza Roja de Moscú”

  1. No encuentro un detalle que me parece fundamental… ¿por qué lo hizo? se me ocurre que a sueldo de EEUU para dejar en evidencia a la URSS, pero es una hipótesis al bulto…

  2. Recuerdo el caso, creo que el muchacho se llamaba Mathias Rustt.

    Y fué una chiquillada, una cancioncilla populár entre el personál de la Luftwaffe en la II guerra mundiál hablaba de aterrizar en la plaza Roja. Y Mathias decidió cumplirla al pié de la letra, y de paso conocér las prisiones soviéticas desde dentro.

  3. Por un momento he pensado que podía ser el de en medio de Los Chichos, que se le había aparecido a Gorbachov en sueños…

    Bueno, vaya tontería para decirte que en el título pone "chicho" en vez de "chico", jejeje.

    Un saludo y enhorabuena por el blog.

  4. Bien arriesgado el chico. Supongo que para él esos 400 días de prisión y el tiempo de trabajo forzado no fueron nada comparado con el placer de lograr tal hazaña y de haber quedado para siempre en la historia.
    Al menos eso hubiese sentido yo, jaja. :p.
    Saludos
    Uriel

  5. Coincido con el de arriba. definitivamente es un muy buen modo para ser recordado en la historia. Es decir… actualmente los jóvenes de esa edad para ser "recordados" hacen un video patético en el que un niño dice mas de 50 malas palabras al estar apunto de ser tumbado a un río por su compañerito. ¬¬!

  6. Gracias por los comentarios.

    Yo creo que lo hizo como reto, por hacer algo complicado. Eso sí, lo pagó caro. El tipo, según su lo que cuenta la wikipedia de su vida, es peculiar.

    Por cierto, gracias por el aviso del error del Chicho 🙂

    Saludos.

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