Según cuenta Luis Carandell en su libro Las habas contadas (yo he conocido la historia a través de un libro de Eslava Galán), en un hecho religioso en el que estaba presente Franco, en plena postguerra, se produjo un hecho casi milagroso.
Y es que milagroso parece que a paso del Santísimo Sacramento en procesión, los allí presenten comenzaran a llorar. Y digo milagroso porque lloró hasta la Guardia Mora del dictador. Sorprendente, pero con gato encerrado. Al parecer, cuenta Carandell, que fue testigo de los hechos, todo se debía a que alguna autoridad se le ocurrió tirar por las calles pequeñas cápsulas de gas lacrimógeno, que, pisadas por la gente en procesión, provocaron el llanto colectivo.
Foto tomada de 20 minutos
pico de los dictadores.
interesante entrada
algo nuevo para un latinoamericano.
gracias
Gracias Antonio por el comentario.
Saludos.
Típico de Franco…jajaja.
Recuerdo que venía a Asturias a pescar truchas y tenían preparado un grupo de buceadores que le enganchaban los peces en el anzuelo…
Un saludo!
Por aquí hemos comentado algún tema de sus cacerías en esa misma línea.
Saludos.
Qué Grande Carandell, un gran tipo que sabía un montón de cosas y sabía contarlas.
Voy a hacer unas risas cuando se lo cuente a un abuelete vecino mío que es muy de la falange..y si de paso le digo lo de las truchas que comenta Pablo D. será ya el acabose! Gracias a los dos por las anécdotas!
Trecce, cierto lo de Carandell.
Teresa, no se te olvide contarle lo de la caza, con fotos, que comentábamos hace unas semanas.
Saludos.