La sacarina

En 1879 un investigador llamado Constantine Fahlberg fue un poco negligente con su higiene y creó la sacarina. Ya saben, eso que la gente pide en los bares con el café matutino, mientras se zampa un tremendo cruasán embadurnado de mermelada. Delicioso.

Como decía, y siguiendo con los temas alimenticios, Fahlberg investigaba en el laboratorio de Ira Remsen (también metido en el ajo de la sacarina) en la universidad de Johns Hopkins. El tipo olvidó lavarse las manos antes de comer y, sin querer, impregnó su pan con una sustancia química con la que había estado trabajando. Después de esto, el goloso amigo disfrutó más que nunca de su pan, que estaba especialmente dulce. Como buen científico, no se paró en un simple comentario y buscó el origen de aquel dulzor en su pan. Ató cabos y ¡eureka!, descubrió la sacarina. Bueno, no fue tan sencillo.

En 1880 otros tipos publicaron el invento de la sacarina, pero en 1884 Fahlberg obtuvo la patente y comenzó a producirla en masa. ¿Suerte? Quizás, pero también es cierto que la curiosidad en esta ocasión no mato al gato. En cualquier caso, no fue hasta la Primera Guerra Mundial, que provocó el racionamiento del azúcar, cuando el producto fue un éxito de ventas. A mediados del siglo pasado comenzó su posicionamiento como producto adelgazante y de ahí a nuestros cafés ya está claro el camino.

8 comentarios en “La sacarina”

  1. Me dedico a la ciencia desde hace unos cuantos años y básicamente este señor era un poco "guarro", porque eso de no lavarse las manos después de estar trasteando en el labo y ponerse a comer así… Pero también es verdad que así se hacían antaño (hoy también, pero menos) algunos de los grandes descubrimientos.
    Te doy la pista para otra curistoria científica: Barry Marshall. Científico que descubrió que una bacteria, Helicobacter pylori vivía en el estómago y producía la úlcera. Nadie le creyó y le ridiculizaron (hablo de 1982-85). Para probar su teoría ¡se bebió un frasco de la bacteria! y, efectivamente, cayó enfermo.

    Saludos

  2. Si no recuerdo mál, el señor Charles Goodyear descubrió el vulcanizado del caucho por sér un poco guarro en sú laboratorio.
    Al parecér, derramó azufre por el suelo sobre unos restos de caúcho virgén.Al cabo de unos dias aquellos pegotes de caucho se habian endurecido considerablemente.
    Sí el buén hombre hubiese pasado la escoba metodicamente todos los dias por el suelo recogiendo los residuos de sú trabajo, no habria descubierto el mecanismo del vulcanizado.

  3. Este tipo de "descubrimientos" se conocen como "serendipias". Influye la casualidad, claro, pero hace falta que esa "casualidad" encuentre una mente no sólo despierta, sino también preparada. Si estás preparado, es decir, tienes los conocimientos suficientes y además eres curioso y constante, esa "casualidad" será aprovechada, de lo contrario es probable que no pase de ahí.

  4. Gracias Sempere por el comentario y por el dato. Investigaré el tema.

    Rodericus… si es que a veces es mejor no ser "decente".

    Efectivamente Trecce, ahí está el dicho ese de la inspiración y el trabajo.

    Saludso.

  5. Otra serendipia, que así se llamará, fue la del goloso operador de radar, que comía chocolate mientras trabajaba, y veía que delante de la pantalla éste se reblandecía, gracias a aquello hoy disfrutamos del horno micro-ondas, según tengo entendido. un saludo a todos.

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