El que fue a Sevilla perdió su silla

Catedral de Santiago de CompostelaD. Alonso I de Fonseca (o Alonso de Fonseca y Ulloa) era arzobispo de Sevilla, allá por el año 1.500, y tenía un sobrino un poco atolondrado, por ser finos y no demasiado crueles, de momento. A pesar de todo y como “el que tiene padrino, se bautiza” (andamos hoy sobrados de dichos), D. Alonso consiguió para su sobrino el obispado de Compostela y lo mandó para allá a tomar posesión.

El muchacho no fue capaz de hacerse con el cargo y debido a las continuas disputas y problemas que no era capaz de gestionar, se vio obligado a volver junto con su tío a Sevilla. Esto no le pareció bien a D. Alonso, no sabemos si por el desplante hecho al sobrino por los compostelanos o si por tener que volver a cargar con el pariente. El caso es que tomó cartas en el asunto y dejando el arzobispado de Sevilla en manos del sobrino se dirigió él a poner orden en Compostela. Esto ocurrió exactamente en 1508.

Debía ser el tío mejor que sobrino porque sí fue capaz de solucionar los problemas en el norte y además crear en Colegio de Fonseca, allí en Santiago. Hizo lo propio en Salamanca, creando el Colegio de Fonseca de Salamanca (qué recuerdos para este que escribe). Hecho todo esto, volvió a Sevilla, a su arzobispado original. Pero su sobrino, que además de torpe y bobalicón parece un poco descarado y felón, le dijo a D. Alonso: “Quien se fue de Sevilla, perdió su silla”. Y de aquí viene la famosa frase, a pesar del pequeño cambio de ir a Sevilla en lugar de irse de Sevilla.

Pero no acaba aquí la historia, porque si hemos dicho que el tío era más listo que el sobrino, por algo será. Finalmente el joven abandonó Sevilla camino de Santiago, y aquella volvió a ser de D. Alonso de Fonseca.

10 comentarios en “El que fue a Sevilla perdió su silla”

  1. Interesantísimo. Tenía muchas ganas de saber de dónde venía esta frase, porque además es muy conocida (yo la recuerdo sobre todo de cuando en el colegio, de pequeños, hacíamos una fila para alguna cosa, y si alguno se iba y quería volver, pues el que fue a Sevilla perdió su silla). Me ha encantado.

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