Las fotos roban el alma

Hay una vieja leyenda que, como todas ellas, tiene su poso de realidad, y que dice que algunas tribus aborígenes se negaban a ser fotografiados por los exploradores, cuando se encontraban, porque aquellas máquinas robaban el alma. La verdad es que la idea es bonita y hasta tiene su lógica; porque al ver tu imagen en un papel, “fuera de tu cuerpo”, algo raro ocurre. Y mágico.

Esta leyenda, que he escuchado varias veces, tiene una de sus “realidades” más representativas en la vida, muerte más bien, de Guido Boggiani, un italiano que nació en 1887 y que dejó su vida a comienzos del siglo XX en Paraguay. Artista y etnólogo, fue esto segundo lo que le llevó a viajar por Sudamérica.

Después de un tiempo desaparecido, se organizó una expedición, dirigida por el explorador español José Fernández Cancio, para localizar a Boggiani. Lamentablemente lo que localizaron fue su tumba. Él y su peón habían sido asesinados, presuntamente, por los indios y enterrados con las cabezas separadas de los cuerpos. Dijo presuntamente porque es posible que Boggiani y su ayudante murieran de causas naturales y los indios solo “trocearan” los cadáveres. Separar la cabeza del cuerpo impedía, para los nativos, que esos hombres siguieran haciendo el mal.

Pero lo más curioso es que también enterraron la cámara fotográfica del explorador. Sin duda, porque aquel chisme también hacía el mal, posiblemente, robaba el alma. De hecho, la hipótesis más aceptada para justificar su muerte a manos de los nativos, si fue así, es la que se basa en que sus fotos sorprendían, molestaban y preocupaban a los indios. Por lo tanto, amigos, tengan cuidado de a quién sacan fotos cuando vayan de viaje, no sea que el retratado se tome a mal que le roben el alma y acaba separándole la cabeza del cuerpo.

16 comentarios en “Las fotos roban el alma”

  1. Muy buenas!! Primero, felicidades por el blog… lo leo siempre, aunque no acostumbro a comentar y por eso aprovecho la ocasión.
    Segundo: Tengo antepasados italianos emigrados a sudamérica a finales del siglo XIX y curiosamente mi apellido se diferencia del protagonista de esta entrada en una sola letra. Estaría interesado en seguirle la pista, porque es una derivación del apellido que nunca había visto y me gustaría investigar… me podrías pasar algún link, recomendar algún libro o algo?
    Desde ya muchas gracias. Un saludo!

  2. El apellido Boggiani es originario, como el protagonista de la historia, del Piemonte. En Argentina (y seguramente todo el cono sur) derivó en Bogiani, y es relativamente frecuente.
    Además Guido, hasta donde yo sé, no dejo hijos.

  3. Trecce, basta con viajar para darse cuenta de lo raros que somos.

    Jose Luis, gracias por la anécdota personal. Al final no hay que irse tan lejos para ver cómo nos adelanta la tecnología por la izquierda.

    Por eso y mas, he conocida la historia de rebote y no conozco más datos de los que he reseñado. Lo siento.

    Anónimo, gracias por el apunte.

  4. mi nombre es silvio y scuche esa historia sentado en mi niñes en el regazo de josé fernadez cancio. jamas pensñe que estaba escuchando la narrativa viva de la historia de mi Clorinda.

  5. A pesar de entender la quimica que está detras de
    de las fotos siento una cierta incomodidad al verme en alguna foto, y pecando de ignorante para algunos si creo o siento en cierta medida que quisas roban el alma.

  6. Me parece que hoy en dia vamos en sentido contrario, y esa pasion por los selfies no es otra cosa que un intento desesperado por recuperar el alma, o al menos, constatar que efectivamente estamos vivos.

  7. Me parece que hay explicaciones más profundas del tema .más bien cientificas..que dicen como que todos somos luz y las cámaras te sacan un poco de esa luz ..busque lo los indios si hay algo que son es tontos…están mucho más adelantados que nosotros

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.