El Gran Duque de Alba y su hijo Don Fadrique

Ya he narrado en una ocasión la reacción del Gran General Ambrosio de Spínola frente a una noticia sobre su las acciones de su hijo en la batalla. Hoy volvemos a una situación similar, por los hechos, por la época y por el contexto: El Gran Duque de Alba y su hijo, Don Fadrique.

Estaba el hijo de Don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Gran Duque de Alba, y de nombre Fadrique, asediando Haarlen allá por el final de 1572 y el comienzo del siguiente año, cuando la situación llegó a extremos desesperanzadores. En los constantes intentos de asalto de la ciudad morían cada vez más españoles y no eran pocos los que abogaban por una “retirada a tiempo”. Varios capitanes tenían esta misma idea y se la transmitieron a Don Fadrique, haciéndole también pensar en el abandono del asedio.

El Gran Duque de Alba, que era ya sexagenario, se enteró de estos hechos y de los pensamientos de su hijo y le envío una carta diciendo que “si alzaba el campo sin rendir la plaza, no le tendría por hijo; si moría en el asedio, él iría en persona a reemplazarle, aunque estaba enfermo y en cama; que si faltaban los dos, iría desde España su madre a hacer en la guerra lo que no había tenido valor o paciencia para hacer su hijo”.

No son suaves las palabras del Gran Duque y obligaron al hijo a persistir en el empeño para que después de mucho esfuerzo, finalmente Haarlem fuera rendida. Imaginen ustedes que hubiera tenido que ir la madre a dirigir el ejército. ¡Inaudito! No quiero pensar qué le diría el Gran Duque al muchacho cuando siendo niño hiciera alguna trastada. Por cierto, hay otra curiosa historia de este asedio que tiene que ver con el hambre, las palomas y los refuerzos. La dejaremos para otro día.

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