¿Qué hay de lo mío?

Durante los entrenamientos que realizaban los soldados antes del desembarco de Normandía, muchas partes de Inglaterra fueron tomadas por el ejército y usadas como campo de pruebas. Visto con la perspectiva que da el tiempo, el sacrificio que los habitantes de aquellas zonas y pueblos tuvieron que hacer no fue muy grande, comparado con el de los soldados que se jugaban la vida. Pero para el personal civil y ajeno, relativamente, a la guerra, aquellos malditos militares eran un incordio. Los mandos militares recibieron quejas, por ejemplo, de las autoridades de Exeter, un pueblo en el suroeste de la isla. Los soldados tiraban granadas, lo que parece normal. Pero lo que no es tan normal es que solían tirar granadas al río para coger peces. Esto provocó una queja formal y ya puestos, también se quejaron que tanto movimiento aquí y allá por encima de los puentes y tanta explosión, acabaría debilitando los mismos y provocando su derrumbe. Conviene aclarar dos cosas. El caso que se le hizo por parte del ejército las autoridades locales fue nulo y además, actualmente los puentes parece que siguen en pie.Pero más curioso y chocante es el caso de un paisano que sufrió en su vivienda las consecuencias de una explosión, perdiendo algunas tejas. Se presentó ante un oficial del grupo en entrenamiento y protestó, recibiendo como respuesta un formulario para completar y enviar. Algunas semanas después, cuando el oficial que le había atendido se encontraba ya en Francia luchando contra los nazis, recibió una carta de aquel tipo. Exigía de forma vehemente que le solucionaran cuanto antes el problema de su tejado, ya que habían pasado varias semanas y no había obtenido respuesta.[Photo by Caliaetu]

4 comentarios en “¿Qué hay de lo mío?”

  1. Que solidario el paisano jajaja pero bueno, imagino que el oficial haría caso omiso de las reclamaciones del otro, bastantes cosas tenía en la cabeza como para preocuparse de unas tejas xD

    Un saludo.

  2. Seguro que se echó unas risas con la carta y no le hizo mayor caso. Eso sí, fijo que alguna gracia le hizo porque se acordó de la historia para contarla luego, y así la conocemos.

    Salvador, gracias y me alegro de que lo disfrutes.

    Saludos.

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