De nuevo el David de Buonarroti

Volvemos a hablar del David de Miguel Ángel, una obra magnífica dentro del ámbito de la escultura, y también una obra con ciertas cuestiones alrededor que poco a poco iremos desgranando por aquí. Ya se explicó la genialidad del autor cuando hablábamos de que era una obra ex uno lapide.
Ahora vamos a ver como además de genio era un hombre con mano izquierda con las personas que le contrataban o aquellas que tenían cierto poder. El rostro de David está hecho de acuerdo a los cánones y parece perfecto, pero aún así a Piero Soderini, poderoso florentino, le parecía un poco narigón. Así se lo hizo saber a Buonarroti, que en lugar de llevarse las manos a la cabeza y soltar algún improperio, cuestión típica de artistas cuando se critica su obra, decidió usar su mano izquierda, de lo que yo hablaba hace un momento.
Simulando observar la figura, que mide más de cuatro metros (cuestión que complica aún más el puntilloso comentario de Soderini, ya que desde el suelo la cabeza queda a un buen trecho), tomó un poco de polvo de mármol en su puño y subió hasta la altura de la cabeza de la figura. Una vez allí, simuló dar unos golpes con el cincel en la nariz del David y dejó caer el polvo.
Seguramente Sonderini se iría más que contento. Había hecho una hábil apreciación a un artista de la talla de Miguel Angel Buonarroti y este no sólo había estado de acuerdo sino que además había corregido el fallo inmediatamente.

7 comentarios en “De nuevo el David de Buonarroti”

  1. El genial Miguel Ángel ya sabía que con tacto e inteligencia se arreglan las diferencias. No le habría convenido demasiado encararse con una persona influyente y, como bien indicas al final, no solo Miguel Angel salió bien parado sino que el otro se fue tan feliz a su casa.

    Un saludo.

  2. Desde luego es una postura muy inteligente. En lugar de comportarse con la que consideramos típica actitud del artista megalómano prefirió engañar al tonto, convencido por otro lado, que por más que discutiese con él no podría sacarlo de su ignorancia. Es algo que podemos aplicar a la vida cotidiana: determinadas personas no merecen explicaciones acerca de lo equivocado de su conducta o de sus opiniones, porque su ignorancia, o su fanatismo, le impide ver más allá de sus propias «narices» .

    Enhorabuena por el blog, da gusto interrumpir el trabajo por unos minutos y relajarte con blogs también hechos como este. Saludos.

  3. Gracias B&R por tu comentario, tienes toda la razón. Y además, en este caso, las opiniones del poderoso deben ser tenidas en cuenta.

    Pues nada, vuelve a trabajar un ratito y pásate por aquí cuando quieras.

    Saludos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.