Cómo darle unos palos a un Rey


Felipe IV, amigo de sus amigos y amante de las mujeres de sus amigos en ocasiones, planeó la forma de poder tener un ratito a solas con la duquesa de Alburquerque, una mujer muy hermosa. El plan consistía en organizar una partida de cartas en la que el duque de Alburquerque estuviera a la mesa. A mitad de la partida, el Rey se ausentaría fingiendo que asuntos urgentes requerían su intervención. Todo se organizó de esta manera y en un primer momento parecía ir bien.
Pero el duque sospechaba o había sido avisado de la estratagema, y salió hacia su casa detrás del Rey. El duque, sabiendo que incluso pillando al Rey con las manos en la masa y en plena faena con sus esposa, un Rey es un Rey y poco podía hacerse, llegó a casa sin armar escándalo. No pidió ayuda a su servidumbre ni luces, que hubiera sido lo habitual. Fingió tomar al Rey por un ladrón de tres al cuarto y le dio algunos palos y mamporros en la oscuridad.
Felipe IV aguantó los golpes en silencio, sin decir esta boca es mía y por lo tanto, siendo Rey y todo, se llevó lo suyo. Si la duquesa de Alburquerque era tan guapa como se comenta, quizás fuera leve la penitencia a pesar de todo.

10 comentarios en “Cómo darle unos palos a un Rey”

  1. Salvando las distancias, es como la película titulada «una proposición indecente». Supongo que en aquel tiempo, unos palos al Rey son comparables con un millón de dólares de los de hoy.
    El duque, cornudo pero contento 🙂

    Saludos.

  2. Capitán, lamento no suscribir su última aportación. Eran otros tiempos y la mujer no tenía la misma posición social que ahora. En aquel tiempo el castigo a la mujer hubiera sido lo normal, y nunca pensar en el mismo rasero para la infidelidad masculina. Comprendo esto y no lo cuestiono, es decir, comprendo cómo funcionaba la sociedad de entonces.
    Pero hoy creo que no podemos hacer apología de este tipo de maltrato. Lo lamento mi capitán. Dicho sea todo esto, con el máximo respeto 🙂

    Saludos.

  3. Sabía que me iba a salir con lo del maltrato, cuando por supuesto no era ni mucho menos mi intención dado lo sensible que está la sociedad al respecto.
    Sólo seguía con el tono jocoso del asunto, y me arrepiento de no haber seguido mi instinto cuando estaba escribiéndolo de haber parado de tecelar.
    Evidentemente es lógico que ella no tenía culpa alguno, y que no merecía castigo por parte de nadie, ni en esa sociedad ni cuando los cavernícolas.

  4. Kermit, pues no me hagas mucho caso, pero por ahí he podido leer efectivamente el duque de Alburquerque en tiempo de Felipe IV fue un gran militar en Flandes. Aunque también lo concedió el rey algún «virreinado».

    Pero no tengo datos concretos, fechas ni sé si hubo relación causa-efecto.

    Saludos.

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